Es del estado de Connecticut, pero como casi todos los estadounidenses no acude a la universidad en el mismo estado y lo hace en la Universidad de Nueva York, que tiene su sede en la parte norte de Manhattan. Estudia Literatura Española y de ahí que haya elegido Madrid. Su nombre no suena muy norteamericano, se llama Catalina.
Viene gracias a un programa de su Universidad, que tiene una sede en la capital de España, muy cerca del estadio Santiago Bernabéu. Su nivel de castellano es bueno tras mucho esfuerzo, pues aunque su padre es argentino, nunca le enseñó nada acerca de la lengua de Cervantes.
Llegó a finales de agosto y se puso a buscar piso. Después de mucho mirar consiguió encontrar un piso en el centro de Madrid que comparte con otros estudiantes, un francés y dos españoles. No era la primera vez que estaba en Madrid, y mucho menos que venía a estudiar a Madrid, ya estuvo un semestre en la ciudad.
Conoce a mucha gente en la ciudad, tanto americanos como españoles, pero también tiene en Madrid a dos de sus compañeras de piso en la Gran Manzana. El tener gente conocida cerca de ti facilita la adaptación a ese lugar.
Le gusta mucho el ambiente que hay en la ciudad. Eso sí, hay cosas que echa de menos de su país, sobre todo la comida., pero no porque no le gusta la comida española, pero echa de menos todas aquellos dulces y otros alimentos que se podrían catalogar como poco sanos, pero si deliciosos que comparte con sus compañeros de piso.
Otra cosa que también echa en falta son las celebraciones, pero no duda en compartirlas con sus compañeros y amigos. Nos recuerda que cocinó un pavo para celebrar el día de Acción de Gracias, que “le quedó estupendo”.
La experiencia, dice, la enriquece como persona. Además, irse a estudiar a una ciudad que tiene que ver con lo que está estudiando le ayuda a mejorar en su carrera y le ayuda, considerablemente, para configurar su futuro.
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